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Title: The Shadow of Ulysses by Jose Antonio Aguilar Rivera, Russell Jacoby, Rose Hocker, Emiliano Corral, Jose Antonio Aguilar Rivera ISBN: 0-7391-0173-0 Publisher: Rowman & Littlefield (Non NBN) Pub. Date: 20 September, 2000 Format: Hardcover Volumes: 1 List Price(USD): $45.00

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Rating: 2
Summary: Decepciona
Comment: Para Aguilar Rivera las virtudes del pasado intelectual mexicano y norteamericano se han perdido. Revisar ese pasado intelectual compartido de México y Estados Unidos nos lleva a añorar sus vínculos y sus debates, la riqueza de sus intercambios culturales, el diálogo y la comunicación que establecían, intelectuales de ambos países: Dewey, Vasconcelos, Tennenbaum y Abreu Gómez, por ejemplo, en torno al de-bate sobre la educación en las décadas de los años veinte y treinta. Desde entonces, los intelectuales han entrado en un proceso de decadencia y esto coincide con el ocaso de la educación en ambos países. La educación pública en México y en Estados Unidos vive un colapso permanente del que parece no poder salir nunca. Las elites se forman en los colegios privados desde los niveles básicos y hasta la universidad mientras que la escuela pública vive en condiciones lamentables. Cada vez hay menos lectores en México y en Estados Unidos, las crisis económicas afec-tan directamente al mundo editorial, y la televisión se encarga de que cada vez se publiquen menos libros. Todo esto produce un deterioro intelectual en ambos paí-ses, que coincide con la caída de puentes entre las comunidades de Estados Unidos y México, la falta de un debate público vigoroso y, por supuesto, el empobreci-miento de la cultura política. Los intelectuales, en general, han ido desapareciendo. En Estados Unidos han desaparecido de los espacios públicos pues todos se han atrincherado en las uni-versidades; en México, al contrario, los intelectuales públicos abundan pero no hay quienes discuten con argumentos rigurosos los temas trascendentales. Abundan los "tigres de papel" que se ocupan de sus escaramuzas personales y se olvidan de sus quehaceres intelectuales. Los únicos quienes han hecho que los mundos intelec-tuales de México y Estados Unidos se toquen son Carlos Fuentes y Jorge Castañeda. Ambos han sido objeto de ataques y descalificaciones, más que por la diferencia ideológica, por la habilidad que tienen de comunicarse con el exterior. Detrás de las críticas, a la "visión distorsionada de México" que ellos se encargan de di-vulgar por el mundo, está la envidia y la impotencia que provoca a sus enemigos el hecho de que Castañeda y Fuentes puedan salir del país a hablar y escribir para un público extranjero. La gran paradoja es que los dos intelectuales mexicanos con presencia en Estados Unidos son de izquierda y, al mismo tiempo, los más naciona-listas y renuentes a estrechar los vínculos entre los dos países. Todo esto da cuenta del gran deterioro social que sufren ambos países. Los parámetros universa-les de convivencia humana se han colapsado. El entendimiento, el diálogo, el reco-nocimiento y la cooperación tienen que ser los elementos que tratemos de recons-truir al restaurar, también, los puentes entre mexicanos y norteamericanos. El es-pacio público de ambas naciones debe renovarse. México y Estados Unidos deben com-partir una ética de conducta con responsabilidades comunes. El tendido de puentes entre México y Estados Unidos y sus comunidades intelectuales es posible. Podemos buscar afinidades tender puentes y construir una identidad común. El tema del ocaso del trabajo intelectual en México y en Estados Unidos es de una pertinencia absoluta. Es claro que las comunidades intelectuales de ambos países se han deteriorado y que esto coincide con el deterioro de la educación. Los intelectuales estadounidenses y mexicanos se ocupan sistemáticamente de sus riñas y sus odios y no pueden estar, de esta manera, a la altura de sus predeceso-res. La preocupación por aparecer en los medios de comunicación suple a la de dis-cutir lo trascendental. La degradación del debate público en ambas naciones es al-go preocupante y los problemas derivados de ella son graves y numerosos. Sin em-bargo la solución que ofrece el autor, a la lacrimosa situación intelectual y edu-cativa de ambos países, es la de estrechar los vínculos perdidos entre México y Estados Unidos. Aguilar Rivera dice que los intelectuales mexicanos deberían "abrir" su discurso y su trabajo hacia Estados Unidos. Los intelectuales envidian a Fuentes y a Castañeda porque no son capaces de hablar y escribir como ellos: en perfecto inglés y en una línea crítica que pone el acento en las desigualdades en-tre ambos países. Imagino que quedan pendientes las respuestas a algunas preguntas obligadas: ¿por qué con Estados Unidos?, ¿para qué tender puentes intelectuales con ellos y no con otros?, ¿por qué pensar en una identidad común y en la búsqueda de afinida-des?. Las contradicciones saltan de inmediato. Si Castañeda afirma que mejores re-laciones con Estados Unidos son "menos relaciones", ¿no será que es algo arriesga-do pensar que él es uno de los artífices del cambio y de la reunión de las comuni-dades intelectuales?. Si Carlos Fuentes y Castañeda son intelectuales más univer-sales que Krauze y Zaid ¿es porque dominan el inglés?, o porque se han criado, es-tudiado y trabajado en Estados Unidos. Excepto ellos dos en realidad "¿todos can-tan igual?". Si "la mirada crítica, no la alabanza ni la reverencia, es el motor que mueve la inteligencia", ¿por qué no hay una mirada crítica hacia Fuentes o Castañeda en su libro?, ¿por qué pensarlos las víctimas de todo un sistema inte-lectual anquilosado y desconfiado hacia lo bilingüe?. Creo que Aguilar Rivera no ha justificado sus pasiones con argumentos convincentes, ojalá y el libro hubiera seguido la línea de la primera parte. En la segunda parte cae, irremediablemente, en "el empobrecimiento del debate público de México y Estados Unidos" y toma par-tido en el "affaire Krauze" que tanto ha deteriorado el ambiente intelectual mexi-cano.